Blog sobre Medicina y Nutrición Orthomolecular

¿Sabías que la medicina moderna no fue creada por médicos… sino por filántropos?

Escrito por Dra Alejandra Rodriguez Zia | Sep 23, 2025 3:16:09 PM

 

La medicina que practicamos hoy no nació en un consultorio ni en una sala de hospital. Fue diseñada desde los escritorios de poderosos filántropos como Andrew Carnegie y John D. Rockefeller, quienes a principios del siglo XX impulsaron una transformación radical: estandarizar la formación médica, cerrar escuelas alternativas y consolidar un modelo centrado en laboratorio, hospital y fármacos.

Sí, este movimiento dio lugar a avances científicos extraordinarios. Pero también moldeó una medicina mecanicista, farmacológica y muchas veces deshumanizada, que relegó la prevención, la nutrición y la mirada integral del paciente.

 

El Informe Flexner: el parteaguas

En 1910, la Fundación Carnegie encargó a Abraham Flexner un informe para evaluar las escuelas médicas de Estados Unidos y Canadá. El resultado fue devastador: la mayoría carecía de laboratorios, práctica clínica organizada o investigación científica.

El Informe Flexner dictaminó que solo debían sobrevivir las instituciones que siguieran el modelo de Johns Hopkins, que reunía en un solo campus:

  • Hospital universitario.

  • Laboratorios equipados.

  • Profesores-investigadores de prestigio.

  • Estudiantes con sólida base científica.

Las consecuencias fueron inmediatas:

  • Se cerraron decenas de escuelas “alternativas” (naturopatía, homeopatía, osteopatía).

  • Las sobrevivientes se reorganizaron bajo un esquema rígido: 2 años de ciencias básicas en laboratorio + 2 años de clínica en hospital.

  • La medicina pasó a ser científica, estandarizada y profundamente farmacológica.

 

Johns Hopkins: el modelo que lo cambió todo

La historia no puede entenderse sin Johns Hopkins, un empresario cuáquero que en 1873 dejó su fortuna para fundar un hospital, una universidad y una escuela de medicina en Baltimore.

Su proyecto fue revolucionario:

  • Integró ciencia, docencia y práctica clínica en un solo lugar.

  • Reclutó a médicos brillantes como William Osler (creador de la residencia moderna), William Welch (patología), William Halsted (cirugía aséptica) y Howard Kelly (ginecología).

  • Estableció estándares académicos inéditos: estudios universitarios previos para ingresar a medicina, investigación aplicada a la clínica y el concepto de hospital universitario.

Cuando Flexner comparó las distintas instituciones, encontró en Johns Hopkins un modelo único que superaba con creces a los demás. Lo tomó como referencia indiscutible y propuso que toda escuela de medicina debía transformarse siguiendo ese patrón. Desde entonces, Hopkins dejó de ser una excepción para convertirse en la norma.

 

El lado oscuro de la filantropía

Carnegie y Rockefeller no solo financiaron hospitales y escuelas. También apoyaron la creación de la Eugenics Record Office, que recolectaba datos familiares para promover leyes de esterilización y control poblacional.

Detrás del impulso filantrópico había una visión de ingeniería social basada en biología y genética: mejorar la sociedad regulando quién debía reproducirse. Estas ideas impregnaron la formación médica, hasta que la Segunda Guerra Mundial y los horrores del nazismo obligaron a mirar la eugenesia con repudio.

Aun así, la semilla quedó: la medicina se convirtió en una herramienta de política social, y todavía hoy lo vemos en debates sobre bioética, vacunas, reproducción asistida o edición genética.

 

Una medicina que se volvió máquina

El modelo Flexneriano consolidó una visión del cuerpo como máquina: la enfermedad era un fallo de piezas, la solución estaba en intervenir con drogas o cirugía. Así:

  • Cada síntoma se asoció a un fármaco.

  • Cada enfermedad, a un protocolo.

  • El espacio para escuchar al paciente, su biografía y su entorno, se redujo.

La industria farmacéutica floreció bajo este esquema, y la nutrición, el estilo de vida o la espiritualidad quedaron fuera de los planes de estudio.

 

¿Y hoy?

Más de un siglo después, seguimos viviendo bajo la sombra del Informe Flexner. Una medicina brillante en lo tecnológico, pero muchas veces ciega a lo humano.

En EIMO sostenemos que es hora de un nuevo giro: sumar la medicina ortomolecular, la nutrición celular, la visión funcional e integrativa. No se trata de negar la ciencia, sino de ampliarla para que vuelva a servir a su propósito original: sanar personas, no solo corregir números de laboratorio.

 

¿Qué opinás?

¿Sentís que la formación médica que recibiste estuvo más centrada en protocolos que en personas? ¿Creés que llegó el momento de integrar ciencia y humanidad en la práctica clínica?

En EIMO creemos que es momento de cambiar el paradigma y volver a mirar al paciente completo.

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